10 febrero 2009

Testimonio
























Testimonio



Está por dentro

no puede verse

es una aguja que pincha el nervio

nadie puede ver el color

para verlo

es necesario sufrirlo

el artista lucha, vive el color

sueña el color

ama el color y lo sufre

como un inmenso dolor

que no lo deja vivir

que termina

por hacerse un dolor amigo

y se alivia a sí mismo

cuando sale y puede contemplarse

cuando puede palparse

mientras tanto

el color solo está dentro

palpitante, como el hijo

alimentándose de las entrañas

recorriendo las galerías interiores del artista

libando de su hígado,

de sus pulmones, de su corazón

a la hora del alumbramiento

el color es como una punzada

que se le clava en el pecho

en la cabeza, en un costado

mientras pugna por salir

cuando brota

momento crucial del nacimiento

el color es su hijo

un hijo que reencarnará en el padre

que deja de ser un obseso

para cristianizarse y cristianizar

para bautizarse y bautizar lienzos

tapices, maderas, piedras…

todo bajo el amparo de Dios

que mira al artista con ojos benévolos

y le dice:

—he ahí a tu hijo

y dice al color:

—he ahí a tu padre

entonces Dios se apiada de ambos

y el color crece sano y fuerte

y su padre lo ve crecer

tanto, que se apodera de todo

de los tintes, las paletas, los polvos

y mezcla, mezcla y purifica secretos

transportando los descubrimientos

que obtuvo de los parajes íntimos del padre

al sueño, a la visión, al mundo

entonces el color…

…se convierte en Dios



María Eugenia Caseiro